(huayno)
En una esquina de una plaza huamanguina
cuatro balas le quitaron la manera de vivir
Era un hombre muy terco y lo mataron.
Como era bastante terco no quiso irse
del mundo
Muerto se fue al tribunal, buscó al fiscal
y denunció la verdad de su propio asesinato
Es imposible, no lo permite la ley, le explicaron que los muertos no tienen
valor legal
Atravesó las montañas, rumbo a Lima, dejando
un rastro de sangre, perseguido por los buitres
En la ciudad capital, flor del desierto
podrido y muy asustado fue la noticia de un día
Salió en la tele por la radio y en los diarios
con sonrisa sepulcral junto a chicas en bikini
y los goles del mundial.
Y se le abrió un expediente provisional
espera hermano dijeron, mañana se hará justicia
Y se sentó a esperar frente al Palacio
la gente lo saludaba, «calavera» le decían.
Por esas noches le gustaba caminar por la plaza San Martín viendo escenas de
payasos y cantaba algunos huaynos con notable aceptación.
Escapando del olvido y del destino,
una noche llegó a un puente a las orillas del Rímac
Entre la sombra mojada oyó rumores
una turba de mendigos hizo buen caldo con él
Y los mendigos muy contentos entonaron
con afecto y gratitud esta linda canción:
«Busca tu tumba, busca tu tumba
en la barriga del pueblo para que nazcas
de nuevo, más poderoso que ayer.»